Autor: Dr. Pablo José Cruz Méndez
La violencia doméstica es un problema complejo y omnipresente que tiene implicaciones de gran alcance para las víctimas, las familias y la sociedad en general. Para los abogados que trabajan en casos de violencia doméstica, ya sea en el ámbito penal o civil, comprender la dinámica psicológica que subyace a este tipo de violencia es esencial. La psicología forense ofrece perspectivas valiosas sobre los factores que contribuyen a la violencia doméstica, los impactos en las víctimas y las consideraciones importantes para la seguridad y la recuperación.
En este artículo, exploraremos los hallazgos clave de la investigación psicológica forense sobre la violencia doméstica y discutiremos cómo estos conocimientos pueden informar y mejorar la práctica legal en esta área crítica.
Prevalencia y consecuencias de la violencia doméstica
La violencia doméstica es un problema de salud pública alarmantemente común. Según un estudio de 2018 publicado en The Lancet, aproximadamente el 30% de las mujeres en todo el mundo han experimentado violencia física y/o sexual por parte de una pareja íntima (Devries et al., 2018). Los hombres también pueden ser víctimas de violencia doméstica, aunque las tasas son generalmente más bajas que para las mujeres.
Las consecuencias de la violencia doméstica son profundas y de largo alcance. Las víctimas a menudo sufren lesiones físicas, desde moretones y cortes hasta discapacidades permanentes y muerte. El impacto psicológico puede ser igualmente devastador, con altas tasas de trastorno de estrés postraumático (TEPT), depresión, ansiedad y trastornos por uso de sustancias entre las víctimas de violencia doméstica (Lagdon et al., 2014).
Los niños que son testigos de violencia doméstica también están profundamente afectados. La exposición a la violencia en el hogar está asociada con una amplia gama de problemas de salud mental y conductuales en los niños, incluyendo ansiedad, depresión, agresión y dificultades académicas (Kimball, 2016). A largo plazo, los niños expuestos a la violencia doméstica tienen un mayor riesgo de perpetrar o experimentar violencia en sus propias relaciones como adultos.
La violencia doméstica también tiene costos económicos significativos. Según un análisis de 2018 del Instituto para Políticas de Mujeres, los costos de la violencia doméstica en los Estados Unidos exceden los $8.3 mil millones por año, incluyendo gastos médicos, pérdida de productividad y servicios de aplicación de la ley (Hess & Del Rosario, 2018).
Como abogados, es crucial que entendamos no solo la prevalencia de la violencia doméstica, sino también la amplitud y la gravedad de sus impactos. Este entendimiento puede informar cómo abordamos estos casos, desde la forma en que interactuamos con las víctimas hasta las estrategias legales que empleamos.
Factores de riesgo y perfiles de agresores
La investigación psicológica forense ha identificado varios factores que aumentan el riesgo de violencia doméstica. Uno de los más consistentes es el abuso de sustancias. Numerosos estudios han encontrado que el consumo problemático de alcohol y drogas está fuertemente asociado con la perpetración de violencia doméstica (Cafferky et al., 2018). Esto no significa que el abuso de sustancias cause directamente la violencia, sino más bien que puede exacerbar otros factores de riesgo.
Los trastornos de personalidad, particularmente el trastorno de personalidad antisocial y el trastorno límite de la personalidad, también están sobrerrepresentados entre los perpetradores de violencia doméstica (Sijtsema et al., 2014). Las personas con estos trastornos a menudo tienen dificultades para regular las emociones, controlar los impulsos y formar relaciones sanas, lo que puede contribuir a patrones de abuso.
Las actitudes y creencias sobre el género y las relaciones también juegan un papel. Los hombres que se adhieren fuertemente a roles de género tradicionales y actitudes que apoyan la dominación masculina y la subordinación femenina tienen más probabilidades de perpetrar violencia contra las parejas femeninas (Davis et al., 2018). Estas actitudes a menudo están arraigadas en normas culturales y experiencias de socialización.
Es importante tener en cuenta que no existe un perfil único de un perpetrador de violencia doméstica. Los abusadores provienen de todos los orígenes, y muchos pueden no exhibir señales de alerta obvias. Sin embargo, al entender los factores de riesgo comunes, los abogados pueden estar mejor equipados para identificar y responder a patrones potenciales de abuso.
Evaluación psicológica de víctimas y agresores
Las evaluaciones psicológicas forenses pueden proporcionar información valiosa en casos de violencia doméstica, tanto para propósitos de diagnóstico como legales. Cuando se evalúa a las víctimas, un objetivo clave es evaluar el impacto psicológico del abuso. Esto puede implicar el uso de entrevistas clínicas y medidas estandarizadas para evaluar la presencia y gravedad del TEPT, la depresión, la ansiedad y otros problemas de salud mental (Beck et al., 2016). Esta información no solo es importante para conectar a las víctimas con los servicios de apoyo apropiados, sino que también puede ser relevante para cuestiones legales como daños emocionales en casos civiles.
Las evaluaciones de riesgo son otro componente crítico cuando se trata de víctimas. Herramientas como la Checklist de Evaluación de Riesgo de Violencia Conyugal (SARA) y el Inventario de Evaluación de Peligro (DAI) pueden ayudar a los profesionales a identificar factores que pueden indicar un mayor riesgo de violencia futura (Nicholls et al., 2013). Esta información puede ser vital para desarrollar planes de seguridad y tomar decisiones sobre órdenes de protección.
Cuando se evalúa a los agresores, un enfoque es evaluar la probabilidad de reincidencia. Los psicólogos forenses pueden usar herramientas como la Guía de Valoración del Riesgo de Violencia (VRAG) para identificar factores que pueden indicar un mayor riesgo de violencia futura (Yang et al., 2010). Esta información puede ser relevante para las decisiones sobre fianza, sentencia y manejo comunitario.
Las evaluaciones de agresores también pueden centrarse en diagnósticos de salud mental y necesidades de tratamiento. Identificar trastornos comórbidos como el abuso de sustancias o los trastornos de personalidad puede ayudar a guiar las intervenciones apropiadas (Gibbons et al., 2011). En algunos casos, los abogados defensores pueden usar esta información para abogar por alternativas de sentencia que aborden las necesidades de salud mental subyacentes.
El síndrome de la mujer maltratada y la legítima defensa
Un área en la que la psicología forense ha tenido un impacto particularmente significativo es en casos donde las víctimas de violencia doméstica han usado fuerza letal contra sus abusadores. El síndrome de la mujer maltratada (BWS) es un concepto psicológico que ha sido utilizado en tales casos para apoyar una defensa de autodefensa.
Descrito por primera vez por la psicóloga Lenore Walker en la década de 1970, el BWS se refiere a un patrón de signos y síntomas psicológicos que a menudo se observan en mujeres que han experimentado abuso crónico (Walker, 2017). Estos pueden incluir miedo, impotencia, baja autoestima y una percepción de que el abuso es inescapable. Según la teoría de Walker, estas experiencias psicológicas pueden conducir a una mujer a creer que el uso de la fuerza letal es necesario para protegerse a sí misma de un daño grave o la muerte.
Aunque el BWS ha sido controvertido y su base científica ha sido cuestionada, ha sido aceptado como evidencia en muchos tribunales. Cuando es presentado por un testimonio experto, puede ayudar a explicar las acciones de una mujer en un contexto que de otro modo podría parecer irracional o excesivo (Schuller & Hastings, 2002). Esto puede ser especialmente importante en casos donde la fuerza letal se usó en una situación que no involucraba una amenaza inmediata, como cuando el abusador estaba dormido.
Es crucial señalar que el BWS no es una defensa legal por sí mismo. Más bien, es una forma de evidencia psicológica que puede usarse para apoyar una defensa de autodefensa. Para que sea exitosa, la defensa aún debe demostrar que la fuerza utilizada fue razonable dadas las circunstancias tal como las percibió el acusado.
Como abogados, entender el BWS y su posible relevancia para los casos es crítico. Puede ayudarnos a presentar una defensa más completa y matizada en nombre de las víctimas de violencia doméstica que han recurrido a la violencia en defensa propia.
La violencia doméstica es un problema complejo y desgarrador que requiere un enfoque multidisciplinario. La psicología forense ofrece perspectivas y herramientas invaluables que pueden ayudar a los abogados a navegar la dinámica intrincada de estos casos y abogar más efectivamente por sus clientes.
Ya sea que estemos trabajando con víctimas o acusados, entender los factores psicológicos en juego es esencial. Esto puede ayudarnos a evaluar el riesgo, identificar necesidades de apoyo, construir defensas legales sólidas y, en última instancia, trabajar hacia resultados más justos y rehabilitativos.
Sin embargo, nuestro papel como abogados va más allá del tribunal. Tenemos la oportunidad y la responsabilidad de ser defensores del cambio, de trabajar hacia políticas y prácticas que aborden las raíces de la violencia doméstica y apoyen la curación y la recuperación de las víctimas.
Al colaborar con psicólogos forenses y otros expertos, podemos mejorar nuestra comprensión de este complejo problema y estar mejor equipados para marcar una diferencia significativa en las vidas de aquellos a quienes servimos.
ℙ&𝕋𝕄 ℂ𝕠𝕟𝕤𝕦𝕝𝕥𝕠𝕣𝕖𝕤